Se levanta el sol sobre el
horizonte y comprueba que su despertador no ha sonado. Se da cuenta enseguida
de que se ha quedado dormido. Pero hoy tiene un importante negocio que cerrar.
La superficie de su reloj de pulsera digital permanece inexpresiva. La
televisión y la radio no ayudan; no puede localizar ninguna emisora. Tampoco
tiene tiempo de usar el teléfono porque no funcionan.
El periódico diario ha
desaparecido de su felpudo. Tendrá que determinar el tiempo que hará hoy
mirando por la ventana. No hay música esta mañana: sus reproductores de CD y
MP3 no responden a sus peticiones. ¿Qué pasa con el desayuno? La cafetera
automática se niega a funcionar; el microondas, también.
No queda más remedio que ir a la
cafetería más cercana por un delicioso desayuno. El coche no arranca. De hecho,
los únicos que funcionan son los que tienen más de 15 años de antigüedad. Las
líneas del metro están paradas. La gente parlotea nerviosamente acerca del
fallo en el dispositivo de planificación del metro, el cual está controlado por
una computadora.
Entra en una cafetería. Pero la
sorpresa en grande al encontrarse varias filas de personas esperando que los
cajeros efectúen torpemente los cobros a mano. Mientras espera, se une a la
conversación de su alrededor. La gente parece más interesada en hablar unos con
otros en persona, ya que todos los dispositivos de comunicación de masas
habituales han fallado.
Sólo le quedan un par de dólares
en la cartera, por lo que será necesario que pare en un cajero automático. ¡Que
fastidio!
Vuelve a casa a esperar ese libro
que solicito a través de la computadora. Lo lleva esperando durante mucho
tiempo, pero los aviones no vuelan debido a que los sistemas de control de
tráfico aéreo no funcionan. En fin, no queda más remedio que ir a la librería más
cercana a comprobar si tienen si lo tienen. Desde luego, la búsqueda del mismo
se convierte en un suplicio porque el catálogo de libros esta informatizado.
De vuelta a casa, no deja de
especular con las implicaciones que tendría un fallo de las computadoras a
nivel mundial. ¿Cómo podrían funcionar los “edificios inteligentes”, en los que
desde los ascensores hasta el control de humedad dependen de ellas? ¿Podrían
seguir produciendo energía las centrales eléctricas? ¿Qué les ocurriría a los
pacientes conectados a sistemas informatizados? ¿Y a los satélites que se
mantienen en órbita gracias a los sistemas de computarizados de control de
guiado? ¿Se colapsaría el sistema financiero si las computadoras no pudieran
procesar ni comunicar transacciones? ¿Sería un mundo seguro si todos los
sistemas de armamento controlados por computadoras estuvieran caídos?
Nuestra historia podría
continuar, pero el mensaje es lo suficientemente claro. Las computadoras están
en todas partes, y nuestras vidas están afectadas por su funcionamiento (o su
no funcionamiento). Es verdaderamente sorprendente el modo en que las computadoras
se han colocado en nuestras vidas en un espacio de tiempo tan corto.
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